Huellas

“Imágenes presentidas por el espíritu…”

El comienzo de estos trabajos fue en el año 2004, en Cabo Polonio (Uruguay). Durante esas vacaciones, alquilamos uno de los primeros ranchos, al entrar en la playa de Cabo Polonio: el Rancho de Alejandro, personaje local de la zona.

La playa era muy ancha, y por la mañana y por la tarde pasaban los camiones que llevaban turistas a Cabo Polonio. Para entrar al pueblo hay que hacer 5 km por la playa; es el único camino posible para llegar al lugar.


Al ir al mar, no podía dejar de ver las huellas que esos camiones dejaban en la arena, huellas que eran borradas por las olas del mar y algunas de ellas corroídas por el viento hasta desaparecer.

Ahí, frente al mar, el sol y mi tiempo libre, pude apreciar y realizar 617 bocetos, entre ellos la serie de huellas, proceso que realizo en todas mis vacaciones. Esos ejercicios me ayudan a recordar, diseñar y también a desafiar mi propia creatividad.


Pasó el tiempo y, de a poco, empecé a recobrar ese recuerdo que visualicé y empezó a tener la forma a la que quería llegar.
Al principio, fueron pequeñas obras, de 0,55 x 0,34 m, con madera de pinotea recobrada del piso de una casa en demolición.


A lo largo del trabajo he recorrido muchos lugares para hacer la muestra “Huellas”. Una Capilla del 1750, en La Calera, al sur del río Suquía, se cruzó en mi camino hace poco.
Tal vez nos estuvimos siguiendo la huella desde 2004, tal vez fue casualidad. Pero al pararme frente a ella tuve la sensación de que, como los cuchillos del duelo de Borges, nos estábamos buscando.


En un tiempo remoto, la propiedad de la “Capilla Vieja” pasó del Sr. José de las Casas, a manos de los padres Jesuitas, quienes la compraron y la utilizaron como puesto de hacienda y lugar de descanso. En el año 1767, los jesuitas fueron expulsados de las colonias españolas por orden del rey de España Carlos III.

Hoy, la señora Cristina, cuidadora del lugar, conserva y divulga las lejanas historias de jesuitas y colonizadores. Su presencia le da vida a la capilla y nos ayuda a entender su pasado y el presente.


El día de la muestra, dos actrices realizaron una intervención en el espacio, rescatando a esas mujeres católicas, vestidas de negro, que llevaban velas y flores a la capilla.

La presentación, llamada: “Imágenes presentidas por el espíritu…”,
tuvo a las mujeres de negro dispersas entre el público, como si fueran huellas del pasado en el presente.


Huellas... cuerpos que estuvieron.

Voces que nos dicen palabras y son llevadas por el viento.

Frases sin sentido que vociferan y se arrastran hasta el mar.

Sus voces bajas algo balbucean para disiparse después como arena por el aire.

Y se pierden.

Unos cuerpos se deslizan por el espacio con sonidos apenas audibles.

Cuerpos ataviados de moralidad, cuerpos negros, que intentan decirnos algo que no podremos escuchar.

Son mujeres, como ecos de otros tiempos.

Vienen de visita... vienen.

Ellas también son huellas.Huellas...
que la memoria instala en nuestros ojos para hacerlas eternas...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

che pescado podes laburar un poquito a mi no me molesta pero sino te vas a cagar de hambre inutil

atentamente antony

Andrea dijo...

No hay que dar importancia a estos comentarios ridículos, se nota que lo tuyo es arte puro, me encanta tu trabajo tenés una admiradora más en España, besos, Andrea